El Conde de Marfil

Leyenda de Guanajuato, Época Colonial


Salatiel Barragán
El Conde de Marfil

Cuenta la Leyenda que a mediados del Siglo XVI, en una casa del poblado de Marfil, Guanajuato, se hallaba una capilla de oro, parte de la mansión de un hombre millonario, quien atesoraba en ella figuras de metales preciosos.

Era Don Jacinto Marfil, personaje fanfarrón de origen andaluz, que sin haber acreditado su título nobiliario se presentaba como Conde.

Bajo la capilla, largos túneles comunicaban con la productiva mina, del tío del Conde, a quien por las noches robaba oro, acrecentando su fortuna.

Una noche, en la mina se produjo una gran explosión que impactó los cimientos de la capilla, que se desplomó al tiempo que era prácticamente devorada por los corredores situados debajo de ella.

El Conde desesperado, escarbó para sacar el oro y las valiosas estatuillas, pero sólo encontró la cabeza de un ángel que tenía en el altar para proteger su fortuna. Ante la imposibilidad de recuperar su tesoro enloqueció y se arrojó de cabeza al pozo frente a las ruinas de la capilla. Días después su cadáver emergió y quienes lo encontraron se estremecieron pues el cuerpo era del tamaño de un feto.

El pueblo fue conocido como Real del Marfil y en la memoria de los lugareños quedó lo ocurrido, pues el lugar donde estaba la capilla quedó embrujado; quien se paraba sobre él enloquecía. Años más tarde, para acabar con la maldición, los clérigos bendijeron el lugar y colocaron una figura del apóstol Santiago, pero no fue suficiente.

El hechizo desapareció hasta que por el consejo de una vecina devota se puso la imagen de un reverendo desconocido llamado San Espiridión, a quien se le rezó, pues decían que concedía casi todo lo que se le solicitaba, siempre y cuando la petición fuera implorada con insolencias que rimaran. A partir de entonces sólo pierde la razón, quien visita el lugar y no saluda con groserías al santo milagroso.

Hay quien afirma que en el invierno, en las noches de luna llena, se escucha en la casa y sus alrededores un lamento tenebroso; es Don Jacinto, que aún clama por su tesoro. Cierto o falso, lo interesante es que Marfil con sus ex haciendas, casonas y rincones llenos de misterio es un lugar propicio para las leyendas, que como esta, rescatan parte de su historia y de sus personajes.

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